”Tolima 2050” : ¿La visión de quién?

Convocar, reunir, debatir, conciliar y construir un instrumento que permita analizar objetivamente el pasado, para poder concertar las acciones que adoptaremos y ejecutaremos en el presente y futuro, no es nada fácil, máxime cuando la sociedad sobre la cual se tratará de construir esa visión de desarrollo y progreso está escéptica y polarizada. Este es el reto que se han impuesto los últimos gobiernos del departamento del Tolima, sin conseguirlo, y que el gobierno de Ricardo Orozco pretende conseguir con la propuesta “Visión Tolima 2050”. El siguiente, un análisis al proceso de construcción y al documento propuesto.
El gobierno departamental trabaja en la construcción del instrumento de planeación al que ha denominado Visión Tolima 2050. Documento de proyección y planeación para el desarrollo, en donde, según el secretario de Planeación y TIC del departamento Juan Pablo García, “se trasmiten las exigencias de la sociedad a los dirigentes”.
Estos documentos se crean en todo el planeta y se ciñen a las directrices internacionales como las de la resolución de la ONU 41/128 del 4 de diciembre de 1986, mediante la cual se insta a los gobiernos a garantizar igualdad de oportunidades en cuanto a acceso a recursos básicos, educación, salud, alimentación y participación, entre otros elementos que promuevan el desarrollo social y económico en un determinado territorio.
En el caso del Tolima, el proceso de construcción consta de 4 etapas: Preparación (Diagnostico); Construcción, la cual está ad-portas de iniciar; aprobación, de la Asamblea Departamental mediante ordenanza y Divulgación.
Según el secretario de planeación y TIC, en el documento se “identifica lo que se hecho y se construye sobre lo construido”, haciendo referencia específica a la visión 2025, la cual fija al Tolima como “punto de encuentro de las oportunidades de Colombia” a través de la agroindustria, el turismo y la logística. Pese a lo anterior, el funcionario reconoce que los avances no han sido significativos. Por último, el secretario aboga por la construcción participativa del documento y asegura que el proceso será despolitizado.

Sobre la consigna de que todo presupuesto técnico se ciñe a presupuestos políticos, en la medida que los documentos de planeación incluyen o excluyen temas de interés sectorial, las declaraciones de García pueden ser cuestionadas por diferentes ausencias en el borrador sobre el que se está cimentando la construcción de la visión 2050 y al cual Cofradía pudo tener acceso, el silencio sobre la actividad minera en el Tolima o la inexistente mención a los acuerdos de paz, generan suspicacias sobre la implementación de la metodología estipulada, la cual se asume, nuevamente, participativa y despolitizada. Vale la pena reiterar que el documento aún se encuentra en construcción.
El documento
Este documento, con aires de informe de gestión, más que de visión de desarrollo, habla constantemente en clave de RAP-Eje Cafetero y busca crear estrategias en torno a 4 ejes: Equidad, inclusión y bienestar social; competitividad, innovación y desarrollo productivo; sostenibilidad ambiental, cambio climático y crecimiento limpio; y, democracia, paz y seguridad.
En lo que refiere a educación, se identifica una tendencia favorable de oferta, sin embargo, la cobertura neta en educación media es del 49%, esto se traduce, entre otras cosas, en un amplio número de retiros académicos en el nivel secundaria, en dónde se acumula el mayor número de desertores (36,14%).
Aunque se establece la necesidad de diseñar estrategias para garantizar la permanencia, el documento, salvo dos indicadores mencionados, no establece, por ahora, luces claras sobre el tema de la calidad educativa.
Respecto a la salud, se reconoce una disminución en la mortalidad materna y la mortalidad infantil. Pese a este último indicador, se resalta que, en el Tolima, 23 municipios tienen problemas de desnutrición crónica infantil con promedios superiores al del departamento.
En este mismo segmento se recomienda priorizar mejoras en la calidad del agua para el consumo humano, puesto que, según el Índice de Riesgo para la Calidad del Agua (IRCA), el líquido vital es cada vez menos apto para los tolimenses. El indicador pasó de 28.8 puntos en 2016 a 26.1 en 2018.
Por otro lado, en el siguiente eje se estipulan una serie de motores para el crecimiento. Es importante resaltar que en el diseño de la visión es reiterativo, por lo menos en este documento inicial, el uso de indicadores desactualizados. Por ejemplo, en el eje de la competitividad, se sugieren estrategias sobre la base de los resultados del “escalafón de competitividad de los departamentos de Colombia”, que hizo la CEPAL en el año 2009. Es necesario aclarar que este índice se produce cada 3 años y que el último fue publicado en el año 2021 (En este la información es del 2019), es decir, hablamos de una diferencia de 10 años entre la información que utiliza la construcción de la visión 2050 y la información más reciente en materia de competitividad.
Ahora, entre los motores mencionados se encuentran:
La infraestructura y el transporte, en donde se identifica que el 66% de las vías del Tolima están sin pavimentar (1.218,45 km) y se recomienda trabajar por la conexión estratégica, especialmente en lo que a vías terciarias refiere.
Las energías limpias, en dónde se resalta el potencial solar del Departamento y sus afluentes hídricos, sin embargo, el documento no contempla los conflictos ambientales que pueden generar los proyectos energéticos, especialmente los hidroeléctricos.
El turismo, en dónde se exalta su potencial, especialmente en 10 municipios, pero, en donde también se sugiere trabajar fuertemente para mejorar su infraestructura (Hoteles, vías, incentivos, etc.), además de crear un marketing territorial.
El agro tolimense, en el que se resalta la producción de café, algodón, caña de panela y aguacate. En este motor la apuesta es por la industrialización y la tecnificación de la producción. Pese a ello, el borrador omite que varios productos priorizados ya cuentan con recursos para la tecnificación, estos son entregados a sus asociaciones a través de parafiscales. La pequeña propiedad, específicamente la Unidad Agrícola Familiar (UAF) no es mencionada.
Respecto a la logística, en donde se requiere mejoras en infraestructura de comunicaciones y transporte para incrementar el intercambio, se reconoce que el Tolima es poco competitivo frente al país y se sugiere diseñar estrategias que permitan mejorar la operación logística del departamento.
En lo que refiere a empleo, se plantea que el emprendimiento es un motor esencial en la materia. Ahora, aunque los indicadores evidencian que esta “fórmula mágica” no ha tenido buenos resultados, parece que su priorización obedece a la “Política Nacional de Emprendimiento”, la cual dispone de un presupuesto de $212.961 millones de pesos. Además, se abordan otros elementos para mejorar esta práctica, sin embargo, el tema tributario no se menciona en ningún apartado del borrador.
Por último, en materia de seguridad como elemento para la confianza inversionista y el desarrollo económico, se hace una breve descripción de los delitos de impactos que afectan al departamento y se dimensiona el pie de fuerza, se fijan estrategias netamente policivas, articuladas a la Política Nacional “Paz con legalidad” y el Plan de Choque “el que la hace la paga”.
La ausencia de los acuerdos de la Habana hace que, por ejemplo, el consumo de SPA sea ponderado junto a delitos como hurto y homicidio, ello, sin tener clara la distinción que los acuerdos establecen entre consumidor, productor y narcotraficante. En ese orden de ideas, se esperan fuertes discusiones sobre el eje “Democracia, gobierno, paz y seguridad”.
Luego de revisar este primer insumo, se concluye que en él coexisten las interpretaciones del territorio que están en sintonía con la narrativa de las fuerzas políticas que hoy ejercen autoridad en las instituciones públicas del Tolima y quedan excluidas aquellas que visualizan al departamento de forma diferente. Aunque se mencionan temas culturales, ambientales y del desarrollo, la ausencia de temas como la minería y los acuerdos de paz, dan cuenta de que, por ahora, no se están escuchando todas las voces. El proceso, como se mencionó en principio, está en construcción, aun así, deberán aumentar los esfuerzos para reconocer e incorporar más visiones.