Supremacismo

Rubén Darío Ramírez Arbeláez
En hogares con numerosos hijos, por lo general se exigía tener un respeto reverencial al hermano (a) mayor. En unas familias, se ungía al mayor como el heredero natural, y los demás, deberían estar supeditados a sus caprichos. Y en otras, con estrechos recursos, el hermano mayor estrenaba y de ahí para abajo reestrenaban, así la talla no diera. Se solía decir: ”el menor no tiene talla”.
Cuando había una rebelión por los privilegios del mayor, la correa o la chancleta calmaban los ánimos subversivos. Se esperaba la edad de la juventud para liberarse del supremacismo familiar del mayor.
El termino supremacismo, ha estado relacionado con el racismo (predominancia de la raza blanca). En Estados Unidos, por ejemplo, persisten los conflictos sociales por la privación de los derechos o la desigualdad en la aplicación de la ley a las minorías étnicas, en especial a la raza negra y los migrantes. El grupo supremacista denominado KU KLUX KLAN – fundado en 1865 – llegó a congregar a 5 millones de miembros y grupos neonazis. Es el reflejo del fanatismo político. El mismo Departamento Federal de Investigación, FBI, viene alertando hoy sobre la violencia de grupos supremacistas y los considera una amenaza como terrorismo nacional.
Para las próximas elecciones presidenciales en EE.UU, la red social TikTok ha prohibido emitir mensajes de odio de los grupos neonazis y supremacistas blancos. TikTok se acogió al Código de Conducta de la Comisión Europea donde se prohíbe la propagación de mensajes de odio.
Pero el supremacismo, tiene una connotación más amplia. Se explica en el comportamiento de cientos de ciudadanos que defienden la superioridad en el ámbito político, social, económico y cultural, dentro de un contexto micro y macro territorial. Han logrado imponer en la dirección del Estado a presidentes, senadores, gobernadores y alcaldes. Una de las variantes de esta corriente de extrema derecha – opositores a los procesos democráticos – es la exaltación del ciudadano nacionalista y patriota, convirtiéndolos en héroes por generar odio a través de una maquinaria política corrupta y en situaciones extremas con el apoyo de organizaciones armadas. Tildar de comunista (castrochavista), inmigrantes delincuentes (venezolanos), islamistas, a todo opositor, es una de sus armas preferidas.
El “poder” supremacista dirigido por sociedades secretas, se sustenta en la baja calidad intelectual de sus líderes y seguidores.
En Colombia, el supremacismo está caracterizado por las roscas políticas que se perpetúan en el poder, gracias al apoyo corporativo y la corrupción. Cuando ven amenazados sus privilegios, acuden al autoritarismo y a la concentración del poder legislativo y judicial. Establecen alianzas internacionales para asumir poderes regionales como la dirección de la Organización de Estados Americanos (OEA) que ha concentrado sus acciones en desestabilizar gobiernos progresistas y alentar golpes de Estado.
Otro de los apoyos fundamentales para los supremacistas, está en el campo tecnológico, donde dominan las redes sociales, los medios de comunicación masivos (televisión y prensa hablada y escrita) difundiendo noticias falsas para generar miedo y confundir. Las grandes corporaciones manejan los hilos de la inteligencia artificial con algoritmos, donde direccionan las emociones de los ciudadanos, no solo en el ámbito del consumo, sino en las preferencias políticas.
El supremacismo social conduce a la perdida de humanidad y solidaridad.
El presente y futuro de la humanidad, está enmarcado en defender la democracia – con sus defectos – como un legado indispensable para enfrentar las diferentes crisis – cambio climático, pandemias, pobreza extrema -. Un Estado democrático no puede delegar su deber social en las corporaciones, privatizando el destino de la sociedad. Su tarea, no solo es regular, debe oír y dialogar con los ciudadanos para construir consensos.
Para contrarrestar esta ofensiva de los supremacistas, se debe depurar la información, seleccionar la comunicación objetiva y realizar un análisis colectivo. Es fundamental recuperar la solidaridad ciudadana, incentivar el pensamiento crítico y la creatividad, buscando opciones válidas para enfrentar los retos del siglo XXI.