Por la ruta del coyote

Foto ONU.
El drama de una familia colombiana que viajó tras el «sueño americano»
Las condiciones socio – económicas en Colombia, motivan en muchos compatriotas el deseo de cruzar fronteras y llegar hasta los que muchos consideran como «la tierra prometida» para otros es el «sueño americano», la taza de cambio del dólar a $4.600, oportunidades de trabajo, posible mejor calidad de vida, o la ilusión de regresar en unos años con recursos que permitan comprar vivienda y crear empresa, millones de colombianos tratan de llegar a los Estados Unidos de América.
Cuando el filtro de la visa frustra el transito legal, la creatividad que caracteriza al colombiano aparece para diseñar numerosas formas de ingresar al país del Norte. Sin embargo, las autoridades también poseen mecanismos para limitar o evitar el transito ilegal de un país a otro. En ese contexto, Estados Unidos ha reportado más de dos millones 250.000 personas arrestadas en lo que va del año 2022, tratando de ingresar ilegalmente a dicho país.
Muchos ciudadanos hablan de querer migrar ilegalmente a Estados Unidos, de “irse por la trocha” o de pagarle a un «coyote» pero poco se habla de las dificultades y la complejidad de esta travesía. A continuación Cofradía comparte el testimonio de un Ibaguereño, que tratando de llegar a la tierra del Tío Sam, fue recluido por 20 días en un centro migratorio de México. Cofradía se reserva la identidad. Este es su relato.
«Viaje de película»
“La decisión de irnos ilegalmente la tomamos porque la embajada nos negó la VISA, y también, porque todo el mundo se estaba yendo para allá, para perseguir el famoso ‘sueño americano’. Vimos esa opción junto a unos familiares. Ellos se fueron conmigo, quedaron detenidos pero lograron salir. Pidieron el derecho de amparo, que en México lo dan por unos días para que el inmigrante se presente a las autoridades y arregle su situación. Pero este tiempo generalmente es aprovechado para seguir escalando y llegar hasta la frontera.
La frontera de nosotros era Mexicali. Uno se contacta previamente con ‘Flechas’ o personas Mexicanas. Esos son los famosos «coyotes» uno se contacta con ellos y ellos cobran entre 200 y 1.500 dólares por pasar a cada persona. Ellos no están a cargo de la logística, uno se desplaza como puede hasta un punto acordado y luego ellos le dan entrada.
Cuando nosotros nos fuimos en febrero, estaban capturando a todo el mundo: peruanos, venezolanos, colombianos y europeos sin Visa. Nosotros tomamos la opción de pasarnos de manera ilegal, pero lastimosamente nos detuvo migración en el aeropuerto Benito Juárez, antes de abordar el vuelo para Mexicali.
Nuestra ruta era Colombia-Cancún, luego, hacíamos escala en el Distrito Federal (Ciudad de México) y posteriormente nos desplazaríamos a Mexicali. Íbamos ocho personas, pasaron cinco y nos quedamos tres. Mi hijo, su esposa y mi nieto lograron pasar, las otras dos personas pasaron luego de solicitar el amparo cuando fueron detenidos.
La experiencia es una cosa de película, no es fácil. Estando en el aeropuerto del Distrito Federal, todos debíamos ir separados para no levantar sospecha. No hablábamos entre nosotros, pero aun así detuvieron a varios. En ese vuelo, de Ciudad de México a Mexicali, iban a viajar 160 personas, pero después del operativo sólo salieron 20.
Cuando nos retuvieron, nos dijeron que iban a hacer un chequeo de rutina: revisar antecedentes y papeles. Se veía todo muy fácil y nos confiamos. Pasaron dos horas y de repente nos vimos esposados en una oficina de migración. En ese lugar, en una sola habitación, había cualquier cantidad de personas, incluso niños, pero seguían insistiendo en que era un asunto de rutina, para no despertar el pánico de la gente. “Los vamos a sacar de aquí”, eso dijeron, pero nos llevaron fue para un centro migratorio.
A punta de mentira y engaño nos recluyeron ahí. Nos trataron como presos sin ser delincuentes o hacerle daño a alguien. Nos tomaron fotos, nos quitaron la ropa, los papeles y el efectivo. Posteriormente me vi en ropa interior, en un patio con aproximadamente 300 hombres, todos por la misma situación, inmigrantes detenidos. Duramos 20 días recluidos.
El trato fue inhumano. Primero lo reseñan a uno como a cualquier delincuente, violaron nuestra libertad y nuestros derechos humanos. Nada de teléfono, había que hacer fila para todo. En la comida aplicaban medicamentos para sedarlo a uno. Al quinto día ya uno estaba completamente sedado, no se sentía nada, éramos como muertos vivientes. Cuando lleguemos a Colombia tenemos que desintoxicarnos.
Eran muy xenófobos contra el colombiano. Eran a los que más molestaban y daban muy mal trato, nos humillaban y gritaban. No había ninguna medida de bioseguridad y no tenían consideración con el adulto mayor. Todas las noches los abuelitos lloraban de la tristeza en sus celdas, celdas pequeñas en donde dormían hasta siete personas.
Allá no responde por la situación legal de nadie. A uno mismo le toca presionar para que le resuelvan la situación. Todos los días, con el poco aliento que teníamos, tratábamos de hacer protestas y manifestaciones para que ellos revisaran los casos. Eso sí, gracias a los sobornos, unos procesos se agilizaban mas que otros.
Al final uno sale por el vencimiento de los días de permiso estipulados en el pasaporte. Cuando estos terminan lo devuelven. Estando literalmente preso, uno aprende a valorar todo lo que tiene, las pequeñas cosas, la familia.
Mi esposa salió cuatro días antes de que yo saliera, ella me esperó afuera de esa cárcel mientras se arreglaba mi caso. En lo que estuvimos ahí nunca vimos una persona o funcionario colombiano, logramos llamar a la embajada pero no daban muchas razones.
Al final, ellos lo liberan a uno y lo devuelven en cupos que, creo yo, los gestiona la embajada, como algo fijo que tienen para migrantes detenidos. A las tres de la mañana nos sacaron rumbo a Bogotá.
A mi hijo le tocó duro, él se dio cuenta de que me cogieron a mí y a la mamá. El muchacho sacó coraje y siguió sólo con su esposa e hijo. Se fue por Guadalajara, luego Monterrey y luego Mexicali, viajó por 3 días y se le fueron como 1500 dólares, luego se reunió con el ‘Coyote’ y le pagó 200 dólares, porque la verdad no fue mucho el trayecto que lo ayudó a pasar.
Esa gente los bajó de un carro, en cierto punto, y le dicen: ¡a correr!, sin mirar para atrás. Porque allá a usted lo pueden coger los carteles para extorsionar a la familia en Colombia, violar mujeres o matarlo.
Cuando él logra pasar la frontera y llega a Estados Unidos, lo coge migración y lo retiene por un día. Es poco tiempo, porque llevaban un niño y ellos son muy humanos en esos casos especiales, o por lo menos ahora es así. Luego de que sale libre, las mismas autoridades lo acompañan a comprar un tiquete, de ahí vuela al Estado en donde lo esperaba un amigo y allá está. Las autoridades todavía le hacen seguimiento y le toca presentarse periódicamente para resolver su situación.
Ese viaje ahora está complicado y devuelven a mucha gente. Ahora, toda esa travesía que le cuento en donde se debe invertir plata, es la ruta más fácil. Yo conocí personas en el centro de detención que se metieron por el Tapón del Darién. Me contaron que viajaron a pie y sin descanso por 2 días y 3 noches, pasando selva y montañas, pagando a los guardias y pasando entre animales y cadáveres, me dijeron que era un infierno.
Hay mucha gente metiéndose por ahí, porque no tienen la plata para hacer la ruta que intentamos hacer con mi familia. Vale la pena decir que mi hijo lleva siete meses, pero el ‘sueño americano’ no es tan fácil, el sueño americano es trabajar 24/7. Los arriendos son caros (1300 dólares) y obligatoriamente, por las distancias, uno debe conseguirse un carro. Pero bueno, hay que hacerle, esperemos que algún día pueda regresar a Colombia, con suficientes recursos para comprar una casita”.
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