¿Nace el “hurtadismo”? ¡Qué horror!

Con la llegada a Ibagué del precandidato presidencial uribista Federico Gutierrez, se agitó el escenario político municipal y departamental. Y no era para más, la frívola campaña al congreso no ha generado el necesario debate ideológico que en otros escenarios internacionales permite confrontar las tesis y posturas doctrinarias de los candidatos y los partidos en beneficio de sus militantes y potenciales electores, sino que ésta ha quedado supeditada a la conquista de la maquinaria burocrático – electoral de los mandatarios de turno que representan un poder político real en cada uno de los territorios colombianos, pensando desde ya en fortalecer la maquinaria que elegirá el próximo presidente de los colombianos, sin importar ideologías o partidos.
En un estricto pragmatismo político, para qué pensar en ideologías y programas si el poder electoral real es manejado por las maquinarias burocráticas municipales y departamentales. Es una verdad incontrovertible en nuestro país, fortalecida por las angustias de un pueblo que durante más de trescientos años ha sido condenado a vivir bajo la imperiosa necesidad de tener que pensar en la satisfacción inmediata de sus más apremiantes necesidades.
De ahí que fenómenos electorales como los que estamos viviendo en nuestra ciudad, solo tengan justificación bajo un escenario en el que estas necesidades tienen que sucumbir ante el chantaje, la coacción y presión de una jerarquía burocrática que lo somete a responder electoralmente, como una obligación de pago por los “favores” entregados.
El escenario visto por miles de ibaguereños de manera presencial o mediática el pasado martes 8 de febrero, deja al descubierto que no es necesario ser un estadista, humanista o líder formado en la academia o el ejercicio cotidiano del poder político, para entregar un respaldo electoral endosable sin más mérito que ser el nominador u ordenador del gasto de unos recursos del erario y de los cuales él no es más que un administrador temporal.
Pero lo presenciado en el evento de respaldo al aspirante presidencial y organizado por el equipo político que ahora “dirigen” el alcalde de Ibagué Andrés Fabián Hurtado y su familia – padre, esposa y hermana – no solo son un acto de despotismo y participación indebida en política, sino que los hechos que personalmente presencié durante el desarrollo del evento constituyen verdaderos actos de corrupción y manipulación al posible elector, valiéndose para ello de la posición dominante que como ordenador del gasto, nominador y autoridad político – administrativa ejerce de manera directa y por intermedio de sus subordinados.
Esta dañina costumbre empotrada en la casi totalidad de municipios y departamentos colombianos, es la principal causa del desprestigio y deslegitimación de uno de los más importantes mecanismos de participación ciudadana en Colombia, cual es el de elegir y ejercer el control político a sus gobernantes territoriales.
Agravada, como en el caso presente, cuando se utiliza la familia y su cónyuge para torcerle el pescuezo a las incompatibilidades que como gobernante debe acatar, y es su misma hermana, quien sin sonrojarse o exhibir la más mínima vergüenza o temeridad, osa decir a los cuatro vientos y de manera arrogante ante el candidato presidencial y los presentes: “Desde aquí le digo a Ibagué, al Tolima y Colombia, que hoy nace el hurtadismo” en nuestro departamento.
Qué fácil montar un engranaje politiquero lleno de intereses y ambiciones con los recursos del Estado, sometiendo a chantaje a sus subalternos y revirtiendo con multimillonarios contratos a quienes son sus socios y patrocinadores de esta empresa financiera, politiquera y comercial.