“La Primera Línea”: ¿Anarquía o lucha social?

Un corresponsal de la revista COFRADÍA estuvo presente en reuniones de los integrantes de la denominada “Primera Línea”, constituida a raíz de la lucha y protesta social que durante 40 días paralizó gran parte del país.
La denominada “Primera Línea” tuvo sus orígenes en Chile en octubre del año 2019, durante el estallido social que culminó en un inesperado proceso constituyente. Aunque fue creado con la idea de proteger a los manifestantes y defenderse físicamente del cuerpo de carabineros, algunos sectores social-conservadores señalaron el fenómeno como una forma de “romantizar la violencia”.
La Primera Línea es replicada en Colombia después del asesinato del Joven Dilan Cruz y hace su primera aparición el 4 de diciembre del año 2019 en la ciudad de Bogotá, asumiendo un rol estrictamente defensivo y dotada con armaduras artesanales y adornos de potente simbolismo.
El fenómeno se expande a diferentes ciudades del territorio colombiano luego de la ola de protestas que surgieron a raíz de la presentación del proyecto de reforma tributaria por el Gobierno Nacional y las graves denuncias de abuso policial que sobrevinieron para apaciguar las manifestaciones de protesta popular. Según José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, «Las violaciones a los derechos humanos cometidas por la policía en Colombia no son incidentes aislados de agentes indisciplinados, sino el resultado de fallas estructurales profundas», pronunciamiento que acompañó con la cifra de denuncias creíbles de 68 muertes en el marco del paro nacional, 2 policías y 66 civiles.
Las Primera línea varían según el territorio y la madurez del proceso en que se generan. Algunas tienen interlocución directa con la institucionalidad regional, factor que ha permitido llegar a acuerdos, otras, además de asumir un rol defensivo, adelantan procesos de autogestión comunitaria a través de la construcción de hospitales, escuelas y bibliotecas, incluso, prohíben el consumo de alucinógenos, ejercen control sobre la zona y protegen a la población. Otras, forman listas para las elecciones de congreso, y otras, aún carecen de organización, coordinación y claridad política, factores que inciden sobre la creación del lumpen, entendido por la Real Academia Española de la Lengua como el “grupo social que atenta sin ningún tipo de principios contra la seguridad de los individuos o colectividades, bajo un ánimo rapaz y delincuencial”.

La Primera Línea en Ibagué
El pasado 8 de junio la Revista Cofradía asistió a uno de los puntos de concentración de la Primera Línea en el municipio de Ibagué, con el propósito de conseguir una caracterización socioeconómica de sus integrantes y conocer su nivel de organización, coordinación y politización.
“Nosotros somos anti-prensa”, fueron las primeras palabras de un integrante que evidenciaba su repudio por los medios de comunicación en cada gesto. En ese mismo escenario, luego de que el corresponsal explicara la necesidad de contrastar fuentes y conocer todas las opiniones, uno de los “guardias improvisados” accedió a compartir e intercambiar palabras.
“No tenemos nada y nos duele, y eso que estamos mejor que Chocó y la Guajira, no tenemos salud, no tenemos educación, no vamos a tener pensión, hablan de miles de millones en el Estado y esa plata nunca la vemos, eso es todo lo que tengo que decir”, expresó este joven que, con pésimo camuflaje, dejaba entrever el 70% de sus rasgos faciales.
Mientras se presentaba la oportunidad de entrevistar a más miembros de la Primera Línea, por la zona desfilaban sujetos con improvisada armadura y un grueso número de personas reclamaban un plato de comida en una “olla comunitaria” ubicada en el centro del espacio.
Pasadas las horas y ya acostumbrados a nuestra presencia, dos grupos, bastante diferentes, acceden a una entrevista.
“Nuestra labor es estrictamente defensiva y nos apegamos a lo que acuerde la asamblea popular; somos estudiantes de instituciones tanto públicas como privadas, incluso, algunos ni estudian, ni trabajan, ni nada; defendemos al pueblo del abuso policial, no pertenecemos a ningún grupo armado como lo ha expresado el Fiscal General de la Nación y todo lo que tiene que ver con insumos médicos, comida y escudos lo auto gestionamos o recibimos donaciones de la comunidad”, expresaron integrantes del primer grupo, con trajes mejor elaborados y una fuerte carga simbólica.
Integrantes de un segundo grupo expresaron: “Peleamos por los derechos de los colombianos, queremos la cabeza del presidente y que la CIDH se dé cuenta de lo que pasa en Colombia; nadie aquí es mayor de 30 años, somos jóvenes de estratos 0,1,2 y 3, algunos somos estudiantes y los que no lo son vienen a apoyar, no tenemos formación militar, todo lo que hacemos lo hemos aprendido empíricamente y todo lo que usted ve, o lo hacemos entre nosotros o recibimos donaciones de la gente de los barrios”. La indumentaria de este grupo era mucho más improvisada y se mostraban menos prestos al diálogo.
Ese mismo día, ocurrieron situaciones que dejaron entrever disputas, falta de organización, coordinación, control y la evidente carencia de conciencia cívica entre sujetos que decían pertenecer a la Primera Línea.
Siendo las 5:30 de la tarde, un grupo de encapuchados retiene un bus, amedrentan a sus pasajeros, se roban el producido y lo utilizan como barricada. El escenario se torna confuso, a lo lejos se ven fuertes discusiones entre encapuchados, mientras en “la zona de prensa” leen a todo pulmón reclamas por los desaparecidos y los muertos a manos de la fuerza pública. Una hora después, mientras la autoridad brillaba por su ausencia, a las 6:39 p.m. retienen un segundo vehículo de transporte público. Decenas de encapuchados que transitan por la zona arrojan con rabia sus escudos al suelo, expresan a los medios que registraban los sucesos “esto no nos representa” y luego abandonan el lugar.
A las 7: 15 p.m. mientras las autoridades todavía no hacían presencia, los encapuchados retienen un cuarto bus, uno de los manifestantes trata de evitarlo, le echan el bus encima y estuvo a escasos centímetros de ser atropellado. Debido a esto, decenas de manifestantes también se retiran del lugar, lo mismo sucede con la misión médica, el comité de derechos humanos y la mayoría de medios que hacían cubrimiento.
Si la Primera Línea asegura ser un órgano estrictamente defensivo ¿por qué retienen vehículos y amedrentan a la población para atraer a la fuerza pública y luego responder? ¿Pertenecían realmente a la primera línea? ¿Por qué la Policía Metropolitana estando a 5 minutos de la zona, interviene más o menos tres horas después del primer bus retenido? ¿Existe control sobre quiénes integran la Primera Línea? Son muchas las preguntas que dejó aquella tarde-noche del 8 de junio, lo único cierto fue que los propietarios de los vehículos perdieron toda una vida de trabajo y, que los sucesos dieron lugar a un repudio generalizado por parte de la ciudadanía. Cabe mencionar que el grupo de primera línea que convocó actividades para ese día, en un comunicado público rechazó los sucesos y manifestó que fueron protagonizados por personas que no pertenecen a su organización.