La gran estafa

En los barrios del sur de la ciudad de Ibagué residen más de ciento veinte mil habitantes. En su territorio están delimitadas las comunas 11, 12 y 13 y a su alrededor se extienden caseríos que hacen parte del sector rural. La población que allí está establecida es de estratos uno, dos y tres y en un gran número presenta un alto indice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). El acceso a la educación, salud y vivienda es bastante limitado y los servicios públicos domiciliarios ha unido históricamente a su población para luchar por su ampliación de cobertura, justos costos y buena calidad. En la actualidad, un porcentaje mayoritario de sus habitantes consumen agua de acueductos comunitarios que presentan redes obsoletas, tanques de almacenamiento expuestos a la contaminación no solo por la presencia de animales domésticos, roedores e insectos, sino de excrementos de éstos y de los humanos que acostumbran hacer esta necesidad a la intemperie.
Si los habitantes de esta extensa e importante zona de Ibagué consiguieran unirse, su potencial electoral sería suficiente para elegir un Representante a la Cámara, mínimo tres diputados y más de cinco concejales.
Sin embargo, la desunión, el egoísmo e intereses particulares y partidistas han sido aprovechados por quienes en cada elección acuden a visitarlos para sonsacarles el voto mediante promesas que no satisfacen sus necesidades esenciales. Una de tan repetidas promesas, ha sido la de construir el Acueducto Complementario, que no solo garantizaría el suministro de agua potable a una gran mayoría a la que le llega agua no apta para el consumo humano, sino que les garantizaría el suministro constante y permanente del que en la actualidad adolecen.
La construcción del Acueducto Complementario, no solo ha constituido un monumento a la desidia, corrupción y el despilfarro de los dineros públicos, conforme se ha destacado en artículos de esta revista (ver Acueducto Complementario sigue a la deriva) sino una estafa política de quienes durante más de 30 años les vienen prometiendo a sus habitantes una eficaz y pronta solución a tan grande necesidad.
Desde que empezó a proyectarse y ejecutarse la obra, se cometieron errores en los diseños, el trámite de la licencia ambiental ante la Corporación Autónoma Regional del Tolima, la ejecución contractual, la compra de la tubería y la eliminación de la planta de tratamiento de 800 litros en el sector de Boquerón, desde la cual se llevaría por gravedad el líquido directamente a los usuarios. A lo anterior podríamos sumar los intereses adquiridos de quienes han ejercido como alcaldes, para con un sector de empresarios de la construcción que pretenden apoderarse de esa nueva fuente de agua para poder abastecer sus futuros proyectos de vivienda en las zonas de extensión urbana vía al aeropuerto y Buenos Aires, sin la cual éstos serían inejecutables.
Pese a todo lo anterior, el cinismo de algunos personajes de nuestra clase política, aún reclaman la paternidad de lo que ha sido un desastre, y pretenden engañar de nuevo a la comunidad para que les den respaldo a sus próximas aspiraciones políticas, cuando lo único que han hecho es estafarlos políticamente, no solo una o dos, sino varias y repetidas veces.