Ibagué, no hay agua para tanta gente

Ibagué padece serias dificultades en el suministro eficiente de agua potable a sus habitantes. En algunas comunas el líquido vital se ausenta por periodos que sobrepasan los 20 días, situación que ha generado esporádicas protestas ciudadanas, las cuales suelen impedir o bloquear con intermitencia la libre locomoción en importantes vías municipales que hacen parte de la red regional y nacional.
El tratamiento que suele dársele al tema se ciñe exclusivamente a la narrativa institucional, la cual interpreta el problema como un asunto derivado de la naturaleza, especialmente por las precipitaciones de lluvia que impiden el tratamiento del agua. Sin embargo, aunque la geomorfología de las bocatomas y el clima sí explican parte del asunto, existe otro elemento al que usualmente no se hace referencia: La brecha entre la oferta de agua que puede suministrar la infraestructura existente y la creciente demanda del líquido vital en un municipio que se expande demográfica y urbanísticamente.
Debido a la deficiente infraestructura para proporcionar este servicio público, cada vez es más difícil llevar el agua a los hogares ibaguereños, situación que se agrava por la existencia de proyectos inmobiliarios y planes parciales (herramienta legal para incorporar tierra a los proyectos urbanísticos de la ciudad), sin tener plena certeza sobre la garantía técnica del suministro total de servicios públicos, en los que es indispensable el del agua.
El crecimiento inmobiliario
El municipio de Ibagué, según el DANE, registra un incremento demográfico anual de 7.500 habitantes. Estos se instalan en un perímetro urbano que asciende a las 4.467,7 hectáreas, las cuales sumarán 524 más por concepto de “Zona de Expansión Urbana”, adición aprobada en el Plan de Ordenamiento Territorial, reforma del año 2014. Es importante resaltar que la “Zona de Expansión Urbana” se ubican entre las comunas 7, 8 y 9, precisamente aquellas que reportan mayor dificultad en materia de agua, además de ser los lugares en dónde la ciudadanía acude, con mayor frecuencia, a las medidas de hecho para reclamar el líquido vital.
El crecimiento urbano es acompañado por numerosos proyectos inmobiliarios, los cuales generan cuantiosas utilidades al sector de la construcción. Es importante mencionar que el área total para la construcción en el Tolima es de 746.761 m2, de los cuales 683.498 m2 se destinan para la construcción de viviendas. De hecho, el año pasado se vendieron 10.300 viviendas en el departamento, haciendo del 2021 el mejor año en la historia de este sector.
En el caso de Ibagué, según CAMACOL, en lo que refiere a viviendas VIS (viviendas de interés social), hay 1.061 obras culminadas y 3.411 en proceso. Por otro lado, respecto a las viviendas no VIS, se reportaron 192 proyectos finalizados, 4.368 en proceso y 385 paralizados.
Pese a este importante crecimiento del sector, el presidente de CAMACOL, Veliz Alfonso Mejía Ramírez, ha manifestado tener dificultades para iniciar proyectos urbanísticos, especialmente por falta de servicios públicos. Incluso llegó a asegurar que diferentes constructoras estarían dispuestas a donar 10 mil millones de pesos al municipio para contribuir a terminar el acueducto complementario.
Las declaraciones de Mejía evidencian que el sector es consciente de que los proyectos no están teniendo garantía técnica en el suministro de agua, aún así, se siguen otorgando licencias de construcción. ¿Por qué?
Para nadie es un secreto que las comunidades tienen un papel importante en la oferta de agua. Según un estudio de la Universidad de los Andes, Ibagué cuenta con 83 acueductos comunitarios, 35 en el área urbana y 48 en el área rural. Aún así, las constructoras rebasan la capacidad, tanto del IBAL, como de las empresas comunitarias. Es importante mencionar que estas últimas estarían jugando un rol clave en la aprobación de licencias.
Las asociaciones comunitarias otorgan certificados de disponibilidad de agua, documento con el que las constructoras sustentan la garantía del servicio en sus proyectos a la hora de solicitar las licencias.
Para ejemplificar el tema, la Revista COFRADÍA tuvo conocimiento de un proyecto urbanístico de 19 torres en el barrio Ambalá, cuya licencia fue aprobada gracias a la certificación de disponibilidad otorgada por un acueducto comunitario.
Aunque la solución a largo plazo consista en la construcción del acueducto complementario y el mejoramiento de la infraestructura existente, es fundamental que los entes de control hagan una revisión al asunto, además de las secretarías de planeación y desarrollo económico. Parece que no hay agua para tanta gente y es imperativo buscar soluciones, elemento que no implica oponerse al desarrollo urbano de la ciudad, por el contrario, apela a que esto se haga con una planificación apropiada.
El caso del barrio El Salado
Luego de completar 3 meses con intermitencia en el suministro de agua y 15 días sin una sola gota del líquido vital, ciudadanos del sector de El Salado deciden bloquear intermitentemente la calle 130, medida de presión que produce monumentales trancones y evidencia la lejanía que las instituciones del Estado tienen con la comunidad. COFRADÍA hace presencia en el lugar y registra la inconformidad de los ciudadanos, los cuales coinciden en 3 elementos generadores de la protesta ciudadana: escasez del agua, reliquidación del cobro del servicio facturado en los recibos, y la revisión de proyectos inmobiliarios en la zona
“El problema se viene presentando de manera progresiva desde hace mucho tiempo, especialmente desde el mes de septiembre cuando hubo la crecida del rio Combeima, a partir de ahí tenemos un agua más o menos caudalosa y entonces deciden colocarnos el servicio con cortes, primero teníamos agua 4 horas al día y ahora sólo dos horas diarias. Actualmente quieren seguir justificando el problema por cuenta de la ola invernal, cosa que es totalmente falsa. En realidad, el IBAL dio disponibilidad para nuevas construcciones, cerca de 1000 nuevas viviendas en el sector, y entonces el agua tuvieron que encausarla. La capacidad de producción de agua hace 20 años era de 75 litros por segundo, la población éramos de 15 a 20 mil habitantes; hoy, 20 años después, el agua, el caudal y la disponibilidad de la quebrada Chembe produce los mismos 75 litros por segundo, mientras que la población subió a más de 50 mil habitantes, cosa que es completamente opuesta a la capacidad del suministro y a la planeación que el Ibal debió haber hecho para ver si se podía surtir a la población que siguen expandiendo, esto es algo muy irresponsable. Por eso, han querido combinar el tema del clima con los desvíos del agua para las nuevas urbanizaciones. Entonces llevamos 15 días sin agua y somos 105 barrios con este problema”. Expresó a Cofradía José Orlando Sierra Veloza, habitante del sector afectado.