Gritos de independencia

Rubén Darío Ramírez Arbeláez
En los siglos XVII, XVIII y XIX se dieron importantes gritos de independencia. El 4 de julio de 1776, se firma la Declaración de Independencia de Estados Unidos, proclamándose su separación del Imperio Británico. El 5 de mayo de 1789 es la celebración de la revolución francesa, el paso de una Monarquía Absolutista a una República, para instaurar la libertad política y la igualdad ante la ley.
El 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo incitó a levantarse en contra del virreinato de la Nueva España. Y el grito de independencia se consigue el 20 de julio de 1810 en Colombia.
En el siglo XX, la revolución digital transformó las costumbres forjando una cultura digital. El uso de los computadores y el internet conllevó a la era de la información, un progreso tecnológico que nos permitió dar el salto de la comunicación a lomo de mula a la comunicación en tiempo real con millones de usuarios en plataformas como twitter, Facebook, Instagram, Uber, Tik Tok y Snapchat, entre otros. Pasamos de lo presencial a lo virtual.
En el siglo XXI requerimos un grito global digital y presencial para frenar la degradación total de la tierra y el legado cultural de la humanidad. El cambio climático, las guerras por el agua, el consumismo desenfrenado, el armamentismo, las comunicaciones tergiversadas, la negación de la ciencia y el repunte de la subjetividad, entre otros, son situaciones complejas que requieren liderazgos lúcidos para preservar la paz mundial y la democracia.
Esta revolución digital transfirió riesgos; la maniobras que se dan en la construcción de los algoritmos (fundamento de la inteligencia artificial) viene siendo utilizada para radicalizar a los obtusos: hoy estamos en manos de las grandes redes que registran nuestro diario vivir.
Las redes saben de nuestras preferencias ideológicas, inversiones, fotos, música, libros, juguetes sexuales etc; dónde lo hacemos, sitios que frecuentamos y forma de comportarnos; con quien lo hacemos (tendencias individuales y grupales).
Esto es lo que ha permitido que la inteligencia artificial moldee nuestro comportamiento para inducir a la compra o a la elección electoral. Si usted adquiere un artículo, un libro o indaga sobre un producto por internet, inmediatamente sus deseos son capturados y al minuto será bombardeado por cientos de mensajes que reforzarán su curiosidad o su estupidez.
No significa que todo los procesos de la inteligencia artificial sean perjudiciales. Su aporte a la ciencia médica o farmacéutica son importantes. Pero no es magia, la inteligencia artificial es un software alimentado no por extraterrestres, sino por seres humanos pagos por las más grandes compañías de informática, como Facebook o Google, al servicio de las multinacionales que inducen al consumismo y al apoyo de ideologías disparatadas.
El llamado es a los gobiernos para regular a las grandes compañías digitales, establecer códigos de ética y dar educación para que los ciudadanos aprendan a filtrar contenidos digitales y así tomar decisiones objetivas. Igual que las campañas de vacunación, control de natalidad o contra el racismo, se deben impulsar campañas para que el ciudadano adquiera herramientas de control digital.
Cathy O´Neil expresaba: ¡los algoritmos no son más que opiniones encerradas en matemáticas¡ diseñados no para discernir hipótesis sino reforzar teorías. Ensalzan la ocurrencia y rechazan el método científico premeditadamente para objetivos mercantilistas o políticos.
Los desarrollos algorítmicos también son utilizados para la discriminación. Por ejemplo, se han encontrado sesgos en la construcción de perfiles de empleo para excluir minorías étnicas o a los pobres. Los aspirantes a universidades son analizados para determinar probabilísticamente su capacidad de pago. La publicidad va dirigida a clases medias que consumen desenfrenadamente, y los bancos seleccionan sus clientes con el interés de ganar más interés. El reto es complejo y debemos contribuir a dilucidar el futuro.
En EE.UU las elecciones del 3 de noviembre nos dio una esperanza de que no todo está perdido frente a los vendedores de lo subjetivo. Cada vez más gente sabe las intenciones de los políticos ilusionistas. El negacionismo conllevó a millones de contagiados y millares de muertos por el COVID 19 y le pasaron factura a Trump.
EL grito de independencia del siglo XXI se dará para que el desarrollo tecnológico sea utilizado con ética y sirva para incluir a todos los ciudadanos y no para discriminarlos o segregarlos.