Fútbol femenino derrota la misoginia y la barbarie

Iván Ramírez Suárez.
Bastaron solamente cinco años para que el fútbol femenino aficionado y profesional colombiano se posicionara a niveles nacional e internacional, y lograra en tan corto tiempo lo que los «machos», durante más de 100 años de historia, no han podido conseguir.
Aún están frescas las palabras, las risas y los gestos burlones y misóginos de dos de los mal llamados dirigentes colombianos ─Gabriel Camargo Salamanca y Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez─ a los que se une el entrevistador, al hacer coro para descalificar la exigencia que hizo la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), a finales de 2018, en el sentido de que cada equipo profesional adscrito a esa organización «deberá tener un primer equipo femenino, o asociarse a un club que lo posea».
Ver entrevista:
No debo caer en el error de transcribir las odiosas y ofensivas palabras de quien, para nuestro infortunio, se apoderó del equipo de fútbol de nuestro departamento, pero sí estoy obligado a destacar y exaltar los éxitos y triunfos que un centenar de heroicas niñas y jóvenes del Tolima y de Colombia, que, con disciplina, tesón y esfuerzo, han conseguido en el fútbol aficionado y profesional del continente americano y a nivel mundial.
Es una cadena de éxitos que inició el Atlético Huila al año siguiente de haberse creado la Liga profesional femenina, al coronarse campeón de la Copa Libertadores de América 2018.
En el presente año, dos clubes profesionales llegaron hasta la etapa semifinal del mismo torneo continental: América y Deportivo Cali. El duelo entre las colombianas lo ganó el primero, que quedó tercero, mientras que Cali ocupó el cuarto lugar.
A ese logro se sumó el de la selección Colombia de fútbol de salón, que se coronó campeona invicta en el torneo mundial realizado en Mosquera, Cundinamarca, el pasado mes de octubre. Selección que ganó todos los partidos por goleada y se dio el lujo de no recibir ni un solo gol en contra. En semifinal le ganó a Venezuela seis goles a cero, y en la final, a la selección de Canadá, por doce goles a cero. Puchagay recibió el trofeo por la valla menos vencida, y su compañera Shandira recibió el de máxima anotadora. (Ver equipo completo y cuerpo técnico).

A los anteriores triunfos, muy poco publicitados en algunos medios de comunicación nacional, se sumó el de las prejuveniles de la selección Colombia, que, por primera vez para nuestro fútbol aficionado y profesional, lograron llegar a disputar una final mundial de un torneo oficial. Con sobrados méritos y un poco de infortunio, sin embargo, perdieron el título universal con la selección de España, que completó su segundo triunfo consecutivo en esa división.
De esos torneos nacionales e internacionales queda una abrumadora lista de juveniles y mayores que, aunque aún no viven de su profesión y son discriminadas por directivos y medios de comunicación, siguen luchando para destacar a nivel internacional un deporte que, aunque aún se cree es para «machos», esas chicas ‘superpoderosas’ nos han demostrado que, para jugar y triunfar, en el fútbol, el sexo es lo de menos.
Queda demostrado que el género femenino gestiona con mayor inteligencia sus emociones para dejar el ego a un lado y trabajar en equipo bajo estrategias deportivas.