El regreso Talibán al poder: ¿perdió EE UU?

La reconquista del poder gubernamental por parte de los Talibán en Afganistán, ha servido para plantear múltiples interpretaciones respecto a la nueva realidad geopolítica de tan importante región del mundo. Un analista de COFRADÍA, conocedor de los temas internacionales, presenta su versión sobre los nuevos hechos.
Para entender la situación político – militar actual de Afganistán es necesario remontarnos al año 1978 cuando el Partido Democrático Popular (PDP) – de orientación comunista – conquista el poder y este nuevo gobierno firma acuerdos de cooperación civil y militar con la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y aboga por una institucionalidad laica. Hecho político sucedido dentro del marco de la denominada “Guerra Fría”.
Separar al Estado de la fe avivó focos de insurrección, situación que fue aprovechada por los Estados Unidos para crear una especie de “Vietnam a la soviética” y bajo el liderazgo de los Muyahidines, enfrentan las tropas soviéticas y posteriormente éstos logran derrocar al gobierno del PDP. Luego de la victoria, esta organización conformada por diferentes facciones musulmanas se enfrentan internamente por el poder, lucha en la que saldrían victoriosos los talibán por tener más efectivos, mejor armamento, el respaldo de Pakistán y una férrea y radical convicción religiosa. Estos instauraron su primer gobierno en 1996.
Respecto a la financiación económica existen dos premisas, las cuales fueron posteriormente confirmadas por exfuncionarios del Pentágono y medios de comunicación internacionales (BBC News, 27 de agosto de 2021 y diario El País de España, noviembre 2021): la primera, que existió un programa de la CIA para reclutar personal que enfrentara a los comunistas en Afganistán; y la segunda, que los 7.400 millones de dólares destinados por los Estados Unidos para este programa, fueron a parar en su mayoría a manos de los Talibán.
Sobre el mismo tema existe bastante literatura y notas periodísticas, con un material probatorio no tan nutrido que señala directamente a la CIA de financiar a los fundamentalistas religiosos. No obstante, otra versión más consistente, responsabiliza al Inter Services Inteligence (ISI) pakistaní como intermediario entre los Estados Unidos y los fundamentalistas religiosos, toda vez que el gobierno Norteamericano, dentro del contexto de la Guerra Fría, debía negar su participación directa y evitar una victoria propagandista de la URSS en su contra.
Según la investigación de El País, diario de España, el ISI de Pakistán fungiendo como intermediario entre los “rebeldes” y el dinero americano, decidía qué facciones armar y a cuáles priorizar, escenario en el que otorgaría privilegios a los “más islamistas” y a los más “pro pakistanís”. En síntesis, más allá de la contribución directa o indirecta, los extremistas talibanes fueron creados, entrenados y armados con el dinero de los contribuyentes estadounidenses.
El primer gobierno Talibán fue derrocado por tropas americanas en el año 2001, no por sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos del pueblo afgano, sino por sus vínculos directos con el grupo terrorista Al Qaeda, el que según el pentágono, planeó desde Afganistán el atentado a las torres gemelas de Nueva York en septiembre de 2001.
Aunque se derrocó al gobierno Talibán, la victoria nunca fue total, pues el nuevo control gubernamental y las tropas estadounidenses ocuparon durante 20 años apenas algunas provincias del extenso territorio afgano. Los Talibán siguieron ocupando zonas y la mayor parte del territorio quedó en manos de los “Señores de la Guerra”, quienes cobraban impuestos, hacían acuerdos de cooperación con ambos bandos y tenían de facto el control militar y político de una área subnacional.
Fue en este escenario de complejidad regional en donde, según denuncias realizadas al interior del Congreso de los Estados Unidos (nota BBC Mundo, junio 2010), debido a que el ejército afgano no garantizaba la seguridad de las empresas encargadas del transporte de suministros, éstas terminaban pagando tributo a los “Señores de la Guerra” y a los Talibán, dinero que salía del pago del tributo de los norteamericanos.
El balance final para el gobierno de los Estados Unidos no pudo ser peor después de 20 años de ocupamiento militar: miles de millones de dólares invertidos, 2.400 militares estadounidenses asesinados, la creación de una frágil institucionalidad afgana y alto costo geopolítico en una región de alto valor para Rusia y la China.
Retiro de las Tropas: ¿Rendición?
El expresidente Donald Trump firmó el acuerdo de Doha con los talibán en enero de 2020. Acuerdo en el que se estipulaba el retiro de tropas a cambio de que Afganistán no fuera utilizado para planear ataques contra Estados Unidos. Aún así, Trump pidió la renuncia de Biden por lo ocurrido.
Para expertos como Laurel Miller – directora del programa Asia International Crisis Group – y Hussaín Haqqani – ex embajador de Pakistán en EE UU – el acuerdo de Trump fue un desacierto debido a que no se tocó el tema de los derechos humanos, se excluyó al gobierno Afgano de la negociación y se creía que el ejército oficial tendría capacidad para responder el demoledor ataque militar de los Talibán. Este último, según fuentes del Washington Post (15 de agosto de 2021), “se rindieron a cambio de dinero”, situación que se agravó con el acelerado proceso de retiro bajo el Gobierno de Biden.
En síntesis, el costo de la invasión para los Estados Unidos fue altísimo y los resultados, pese al asesinato de Osama bin Laden, no fueron tan contundentes. Las estructuras extremistas siguen operando en la zona, situación que se evidenció en el atentado al aeropuerto de Kabul en donde murieron 161 personas, además, la credibilidad internacional de la potencia occidental y su influencia en la zona, tuvo severos impactos.
Se reordena el tablero
Según encuestas difundidas por medios internacionales, el 68% de los estadounidenses consideraban que la evacuación de Kabul se estaba gestionando mal y el 69% responsabilizaba a Biden, evidenciando así un alto costo político. Además, con el retiro de tropas EE UU pierde presencia en Asia Central, las enormes reservas de litio, el gasoducto que atraviesa Afganistán y de otros minerales con los que cuenta la economía del país del norte.

Debido a lo anterior, no es una coincidencia de que Rusia y China reconocieran rápidamente al nuevo gobierno. Rusia buscaría recuperar su influencia en la zona y, por otro lado, China habría propuesto a los talibanes ser incorporados a “la Ruta de la Ceda” y dotarlos con herramientas tecnológicas a cambio de no apoyar a los separatistas musulmanes chinos, ubicados en la región de Sinkiang.
La reflexión
A modo de conclusión, es necesario plantear la siguiente reflexión: la interpretación talibán de la ley islámica es una afrenta a los derechos humanos, pese a ello, su relevancia es opacada por la geopolítica. Rusia y China están más interesados en la consecución de objetivos geoestratégicos, y Estados Unidos y la prensa occidental aunque se expresan en pro de la defensa de los derechos humanos en Afganistán, guardan silencio en latitudes aliadas, casos como el de Arabia Saudí o Qatar, en donde también se violan sistemáticamente los derechos humanos, especialmente los de la mujer, factor que pone en duda el verdadero papel mediador de la comunidad internacional.