El Plan Nacional de Desarrollo del gobierno Petro o los diálogos regionales vinculantes

Ismael Molina Giraldo-
Entre el populismo de Izquierda y la tecnocracia.
El presidente Gustavo Petro Urrego, ha insistido en que la construcción del nuevo Plan de Desarrollo debe reflejar la opinión de la totalidad de los colombianos y que ello se logrará con base en los diálogos regionales vinculantes. Ello lleva a plantearnos cuál es el objetivo de un plan de desarrollo para la nación colombiana y cuáles son los instrumentos metodológicos con que contamos para su elaboración.
El Plan Nacional de Desarrollo es la idea económica y social que se formula un gobierno para ejecutar en un plazo determinado, con unos recursos presupuestales previamente definidos. El Plan Nacional de Desarrollo no es un discurso ni un listado de obras que debe ejecutar el gobierno nacional. Es ante todo un gran acuerdo nacional sobre el deber ser de la nación en el futuro próximo. Los planes de desarrollo reflejan el modelo desarrollo económico que el gobernante de turno o la coalición que lo ha llevado al poder tienen sobre el país y lo convierten en una oferta hegemónica en las decisiones económicas y presupuestales.
Así, por ejemplo, el plan de desarrollo presentado por Alberto Lleras, el Plan de Desarrollo Económico y Social (1961 – 1970), conocido como el Plan Decenal de Desarrollo, fue inspirado en el modelo cepalino que promovía la industrialización y el desarrollo autónomo de las naciones latinoamericanas, que se tradujo en la creación de múltiples instituciones nacionales que así lo hicieron como el IFI, el Ministerio de Desarrollo Económico, Proexpo u otros que hacían efectivo el compromiso con la industrialización de un país rural que salía de la violencia política de los años 50. El plan de desarrollo presentado por Misael Pastrana, el Plan de las Cuatro Estrategias, de inspiración del profesor Luchlin Currie y del concepto de los sectores líderes del desarrollo, definió a la construcción urbana como como el jalonadór del desarrollo económico, lo que hizo que se estableciera el sistema UPAC en Colombia y se definieran políticas de desarrollo urbano que aún impactan en las decisiones económicas del país.
El gran cambio sobre las prioridades nacionales se produjo con el plan de desarrollo presentado por Cesar Gaviria, la Revolución Pacífica, que introdujo la conceptualización neoliberal en el manejo económico. social y político, lo que ha conducido a la desindustrialización de Colombia, a la implantación de la economía extractivista y la hegemonía del sector financiero en los procesos de acumulación de capital, lo que ha dado por resultado la profundización de las desigualdades sociales, a la dependencia económica del petróleo, el carbón, el oro y la cocaína, a la privatización de los servicios públicos y sociales y a la profundización del conflicto social y político de Colombia en los últimos 30 años.
El cambio a que invita el presidente Petro, es a ese. A reaccionar frente al modelo neoliberal, que ha eliminado a la ética social y política de los paradigmas necesarios de la política pública y ha hecho de la competencia y el lucro individual rampante la concepción predominante en las decisiones de las políticas estatales.
El neoliberalismo que se impuso en el plan de desarrollo de Gaviria se profundizó en las propuestas de Samper, Pastrana, Uribe y Santos, que condujeron a la desindustrialización de la nación colombiana, a la dependencia del petróleo y el carbón, a la narcotización de la económica del país, a la preeminencia del sector financiero y a la profundización de la guerra y la violencia. Solo en el segundo gobierno de Santos se buscó una distancia con ese modelo, cuando se firmó el acuerdo de Paz con las FARC.
El gobierno de Duque, volvió a los fundamentos del modelo neoliberal y, por medio de un discurso mentiroso, de reconocimiento de los necesarios cambios en lo social y ambiental, se implementaba una política de profunda raigambre neoliberal, excluyente y corrupta, tratando de confundir a la población colombiana, cuando por medio de las palabras y los discursos reconocía un nuevo escenario, pero desde el gasto presupuestal y la política económica plasmada en el plan de desarrollo, promovía políticas antipopulares y segregacionistas contra la población vulnerable y contra la paz.
La construcción del nuevo plan de Desarrollo, donde Colombia será potencia de la vida y la paz, no pude ser un listado de mercado, sin norte político, económico y social alguno. Los diálogos regionales vinculantes no pueden convertirse en la recolección de la lista de mercado, sino en la identificación de elementos comunes y estratégicos que permitan romper las lógicas del neoliberalismo. Tenemos que identificar las acciones vinculantes entre lo social, lo político y lo económico que permita que el gasto público contribuya con el desarrollo económico y con la reducción de la inequidad y la pobreza. No es una tarea fácil, pero sí posible. La tarea no es jugar al populismo para darle gusto a los politiqueros locales y al clientelismo. El reto es identificar las políticas y los proyectos estratégicos del orden regional y nacional, para hacer de la política económica el instrumento de equidad y crecimiento que nos hemos propuesto y por él votamos la mayoría de los colombianos.
Los diálogos regionales vinculantes no pueden convertirse en los instrumentos del clientelismo y el populismo de izquierda, hoy tan en boga. Son y deben ser los instrumentos para re-direccionar la inversión nacional hacia los objetivos establecidos en el programa de Gobierno propuesto por Gustavo Petro: el cambio, la paz y el desarrollo incluyente de los mas vulnerables y excluidos. Así construimos la nueva Colombia que soñamos, la Colombia potencia de la vida que propone el presidente.
En estas condiciones el plan de desarrollo no puede ser el listado de mercado y miniobras que se identifiquen en los 52 diálogos vinculantes que ha establecido el Gobierno Nacional. El plan de desarrollo debe ser el producto de identificar las acciones estratégicas que permitan revertir las actuales tendencias de exclusión y segregación que tiene las acciones de políticas económicas. Debe reconocer las necesidades de las comunidades y ponerlas a tono con las prioridades regionales y nacionales, que están establecidas en la paz, la inclusión y el crecimiento económico. El plan de desarrollo debe identificar los proyectos y las acciones estatales que permitan la reindustrialización de la nación, la resolución del problema agrario, la inclusión económica y social de los más vulnerables, la recuperación de la propiedad pública de los servicios públicos y la reducción de la pobreza entre algunos de sus objetivos. Este proceso necesita más técnica macroeconómica que populismo político.
Ese es el reto de nuestro gobierno.