El desastre ambiental de Ibagué

En las últimas ediciones de la revista COFRADÍA impresa y digital, se ha destacado fotográfica y literalmente cómo los denominados “Cerros Tutelares de Ibagué” vienen siendo víctimas de la deforestación, erosión o incendios provocados por el ser humano, para posteriormente realizar procesos ilegales de urbanización, explotación económica de suelos con cultivos de mediano y corto plazo, ganadería, o comercio ilegal de madera y carbón.
No les interesa a los criminales destruir la arborización y vegetación nativa, las fuentes hídricas y provocar la remoción o movimientos en masa sobre las arborizadas laderas que sirven de oxigenación, protección ambiental y abastecimiento hídrico para nuestra ciudad. Lo importante para ellos es obtener un lucro temporal a costa de destruir el futuro de las presentes y nuevas generaciones que padeceremos las fatales consecuencias de su irresponsabilidad y maldad.
De acuerdo al Plan de Ordenamiento Territorial – Acuerdo 116 de 2000 – la ciudad de Ibagué está ubicada sobre una meseta a cuyo alrededor se hallan “los cerros Noroccidentales, el escarpe de la Falla de Ibagué, el cerro de Pan de Azúcar, el Parque del Tejar y el Alto de Santa Helena”, los que se han identificado como áreas que pertenecen al Sistema Orográfico de especial interés ambiental, científico y paisajístico.
Áreas consideradas de altísimo valor ambiental para la ciudad, y cuyo mantenimiento y protección está encargado institucionalmente a la Secretaría de Desarrollo Rural y del Medio Ambiente de Ibagué, al Instituto Ibaguereño de Acueducto y Alcantarillado y a la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima, entre otras.
En la edición anterior de COFRADÍA (número 19) se hizo bastante despliegue y denuncia pública del daño causado a los Cerros Noroccidentales, sector vereda Alaska. En la edición número 20 que empezó a circular físicamente y estará disponible en esta página web, se hace similar despliegue del daño causado al cerro La Martínica, causado de manera dolosa por quienes pretenden en corto o mediano plazo urbanizar ilegalmente lo que antes se conoció como la hacienda Potosí, destruyendo gran parte de la zona protectora de la quebrada El Tejar, fuente hídrica que sirve para el suministro de agua a más de 10 mil habitantes de los barrios del sur de la ciudad.
Algunos medios de comunicación dan cuenta además de la tala de árboles, deforestación y ocupación ilegal de una gran área rural del pie de monte de los Cerros Noroccidentales colindante con los barrios El Vergel y Cañaveral, con el propósito de ocuparlo de manera permanente por quienes dicen tener la condición de destechados y buscan de esta manera violenta solucionar este problema, a costa del daño ambiental a la ciudad y los cerca de 500 mil habitantes.
En otra oportunidad haremos mención al Cañón del Combeima, la verdadera “Joya de la Corona” Ambiental de Ibagué, que sirve de abastecimiento de agua a nuestra ciudad.
Estamos ante un presente y futuro nada prometedor.