Conmemorar bajo la adversidad

Aunque son difíciles las circunstancias naturales, sociales, políticas y económicas que vivimos los habitantes del planeta tierra, en algunos países y ciudades unas y otras hacen más gravosa la situación de sectores poblacionales, casi siempre marginales y de grandes limitaciones económicas.
En el caso de la ciudad de Ibagué, las zonas marginales urbanas y rurales que han sido invadidas por destechados y negociantes en las áreas adyacentes al río Combeima, ocupando la ronda hídrica o zona obligatoria de aislamiento que debe existir con relación al cauce y que está establecida legalmente en un mínimo de 30 metros (Decreto 2811 de 1994, conocido como código Nacional de Recursos Naturales Renovables), se ha constituido en un histórico problema desatendido no solo por la entidad que por mandato constitucional y legal tiene la obligación de “ordenar y establecer las normas y directrices para el manejo de las cuencas hidrográficas”, sino además, la de “promover y ejecutar obras de protección de inundaciones, o hacer recuperación de tierras que sean necesarias para la protección y manejo de las cuencas hidrográficas.”
Obligación que no solo recae en las Corporaciones Autónomas Regionales, sino en las autoridades municipales, las que por mandato de lo reglado en los Planes y/o Esquemas de Ordenamiento Territorial, deben ejercer el poder y autoridad policiva para evitar y prevenir que desastres de origen natural o humano, ocurran con las consecuencias y secuelas bien conocidas por los ibaguereños.
Ante el desastre, es necesario corregir el rumbo, y reubicar con el apoyo de los gobiernos departamental y nacional a los damnificados, y ejecutar una real y eficaz tarea de recuperación, protección y reforestación de estas y otras zonas que constituyen el mayor patrimonio del que nos podemos ufanar los ibaguereños.
La revista COFRADÍA en esta edición, mediante un ejercicio de apertura y participación plural, presenta un trabajo de expresión y opinión que recoge varios matices de la política, y los sectores social, gremial y gubernamental, con un único objetivo: destacar la efemérides por la fundación de Ibagué. Fue un buen número de personas a quienes le formulamos la invitación para participar en este interesante debate. Una gran mayoría lo aceptó, unos pocos ignoraron nuestra invitación o rehusaron hacerlo, tal vez por los mismos prejuicios que como sociedad y habitantes de un mismo terruño nos han impedido unirnos y jalonar para el mismo lado, buscando la defensa de los intereses comunes y el progreso y desarrollo de nuestra ciudad.
Con un ingrediente adicional, en momentos en que no solo a nivel regional, sino nacional y mundial, se controvierte y rechaza el reconocimiento histórico y/o idolatría que se le rinde a quienes – según lo sostiene la historia – fueron forjadores o luchadores de un bienestar, independencia o libertad del cual gozan o gozamos algunos pueblos del mundo.
Un debate que no necesita de vencedores ni vencidos, pero que sí requiere puntos de convergencia, que nos permitan entender y comprender que somos diversos, en medio de esa característica esencial que nos identifica y agrupa como seres sociales humanos: la inteligencia.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, IBAGUÉ!