Competitividad en la RAPE-Central: el reto de la descentralización

Con el propósito de generar desarrollo económico y social desde una óptica regional, la constitución de 1991 establece en su artículo 306 que “Dos o más departamentos podrán constituirse en regiones administrativas y de planificación con personería jurídica, autonomía y patrimonio propio”. A partir de esto precepto, se constituye mediante el convenio número 1676 del 25 de septiembre del 2014, la Región Administrativa de Planeación Especial RAPE-Región central, conformada actualmente por los departamentos de Tolima, Meta, Boyacá, Cundinamarca, Huila y Bogotá D.C.
Esta entidad pública suprarregional, crea y articula proyectos, programas y planes de desarrollo económico, social y ambiental para los territorios asociados a partir de cinco ejes estratégicos: 1. Sustentabilidad de ecosistemas y manejo de riesgos; 2. Infraestructura de transporte, de logística y de servicios públicos; 3. Competitividad y proyección internacional; 4. Soberanía y seguridad alimentaria; y 5. Gobernanza y buen gobierno.
Haciendo énfasis en la competitividad, cuando se revisan sus indicadores a nivel regional, se demarcan retos importantes que debe asumir la RAPE-Central para la concreción de este eje estratégico. Retos que van desde la búsqueda de mejorías en indicadores que permitan crear un entorno atractivo para el desarrollo de la actividad productiva, hasta la necesidad de enfrentar una tradición de centralismo y de concentración de la competitividad bastante arraigada, reflejado en la brecha que existe entre los indicadores de Bogotá D.C y los indicadores del resto de los territorios, escenario que suele estar amparado por las directrices del orden nacional.
El último diagnóstico realizado por la RAPE-Central en términos de competitividad, se dio en el año 2016 y contó con la consultoría del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas (CEPEC) de la Universidad del Rosario. En este diagnóstico regional, llaman la atención tres elementos importantes. En primer lugar, cada uno de los indicadores revisados evidenció una amplia brecha entre Bogotá y los demás territorios asociados a la RAPE-Central; en segundo lugar, la mayoría de los asociados pertenecen al nivel “medio alto”[1] y en general, se recomendó ahondar esfuerzos en materia de instituciones, educación, salud y medio ambiente al ser estos los indicadores peor calificados; por último, el documento es bastante reiterativo y enfático al resaltar las virtudes de estar vinculado a Bogotá D.C, único extra-líder del país, centro de decisiones políticas y cuya presencia en la región hace que ésta represente el 40% de los aportes al PIB; es decir, algo así como la oportunidad de los departamentos asociados para montarse en el bus de la centralidad capitalina o aprovechar el privilegio bogotano en materia de concentración de la competitividad.
Los informes nacionales más recientes sobre la competitividad, evidencian que la RAPE-central aunque ha tenido cambios en los últimos cuatro años, sigue teniendo un diagnostico similar, cuya constante más determinante es la persistencia de la brecha entre Bogotá D.C y los demás asociados.
Según el escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia del año 2017, cuya producción se da cada tres años por cuenta de la CEPAL; Bogotá/Cundinamarca, cuya medición no es separada, se clasifica como único extra-líder del país, Boyacá es clasificado en el nivel alto y, los departamentos de Tolima, Huila y Meta se ubican en el nivel medio alto.
Revisando cada uno de los pilares de este escalafón, se resalta que en términos de fortaleza económica la mayoría de departamentos de la región pasa a la calificación medio bajo; en términos de infraestructura Boyacá cae junto a Tolima, Huila y Meta en la clasificación medio alta; en términos de Bienestar social y capital humano, todos se ubican en la clasificación medio alta; en institucionalidad y gestión pública la mayoría se encuentran en la zona medio alta; y, por último, en términos de ciencia tecnología e innovación, la Región Central se encontró muy rezagada, ya que, a excepción de Bogotá/Cundinamarca los demás departamentos fueron escalafonados como medio bajo, Bajo y colero, escenario que se aleja del diagnóstico del año 2016, en el que los temas de innovación tuvieron el mejor desempeño.
Por otro lado, el informe departamental de competitividad 2019 del Consejo Privado de Competitividad y la universidad del Rosario, arrojó un resultado no muy diferente. Bogotá se encuentra por encima de todos los departamentos del país con una puntuación de 8,30[2], Cundinamarca se encuentra en la posición número 7 con 5,96 puntos, Boyacá se ubica en la posición 10 con una puntuación de 5,45, Tolima ocupa el lugar 14 con 5 puntos, el departamento del Meta se ubica en el puesto 15 con 4,86 puntos y, el departamento del Huila se encuentra en la posición 16 con 4,85 puntos. Vale la pena mencionar que el departamento del Meta fue el único de la región que perdió puntos en relación con el año anterior.
A diferencia de los otros informes, este maneja 13 pilares de competitividad. Aunque en la mayoría se obtuvieron mejores resultados en relación con el año 2018, vale la pena resaltar que la RAPE-Central debe ahondar esfuerzos en lo que refiere a infraestructura, TIC´S, educación básica y media y, mercado laboral, ya que fueron estos los peor calificados. Dentro del pilar de infraestructura los que peor se desempeñaron fueron el departamento del Tolima, quien descendió cinco posiciones (-5) y el departamento de Cundinamarca con un descenso de dos posiciones (-2). En el pilar de TIC´S, a excepción de Bogotá y Huila, todos los departamentos descendieron, el que más cayó fue el departamento del Meta con -3 posiciones. En el pilar de educación básica y media, los departamentos que más bajaron fueron Tolima y Meta, ambos con -2 posiciones y; por último, en lo que respecta al pilar de mercado laboral, el departamento que más descendió fue Tolima con -7 posiciones, seguido de Boyacá con -6 posiciones.
Aunque existen mejorías en la mayoría de los pilares de la competitividad, el común denominador de todos los indicadores revisados en este informe es la distancia entre Bogotá y los demás asociados. Ahora, si se traen a colación los informes y diagnósticos revisados entre la constitución de la RAPE-Central y el año 2019, se concluye que, pese a esfuerzos de los entes regionales, la concentración y la centralización de la competitividad es un elemento vigente, no sólo en la RAPE-Central, sino también en todo el país.
De acuerdo con lo anterior, además del reto de mejorar indicadores, la Región central tiene el reto de reivindicar lo regional frente al centralismo. Pero, aquí suceden dos cosas, por un lado, este elemento es de tradición histórica en las directrices del orden nacional y, por otro lado, en lugar de enfrentar el centralismo, pareciese que la RAPE-Central intenta sacar provecho de éste, claro está, sin obtener hasta el momento buenos resultados en el tema.
Es de resaltar, que, pese a este escenario, en el Plan Nacional de Desarrollo vigente se establecen medidas para la descentralización. Específicamente en el punto 25 del artículo 3 de la ley 1955 de 2019, se establece que, en el pacto por la descentralización, se priorizará en la Región Central temas relacionados con la innovación, la logística y la integración de la productividad. En ese orden de ideas, por lo menos en el papel, pareciese que la directriz Nacional busca romper con la tradición centralista.
Pese a lo anterior, el escenario aún no es claro. En primer lugar, la inversión nacional en infraestructura vial sigue operando bajo la lógica periferia-centro; en segundo lugar, los informes del 2019 evidencian la continuidad de la concentración; y, en tercer lugar, el estado de emergencia por cuenta de la pandemia ha desplazado de las agendas públicas diversos proyectos e inversiones para mejorar la competitividad regional y, además, actualmente existe por decreto un orden de coordinación bastante centralizado.
En síntesis, la RAPE-Central posee la capacidad para mejorar la competitividad de la región, pero, para que este propósito llegue a feliz término debe afrontar sus propias limitaciones, enfrentar el centralismo, construir de forma horizontal, tener en cuenta las particularidades de cada asociado y articularse de lleno al pacto por la descentralización del Plan Nacional de Desarrollo, teniendo siempre presente la óptica regional.
Fuentes:
-Región Administrativa de Planeación Especial. Acuerdo regional No. 07 de 2019
-Competitividad en la región Central, Balance y perfiles productivos de los territorios
-Escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia 2017
-Índice Departamental de Competitividad 2019
-Plan Nacional de Desarrollo 2018-2020 “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”
[1] El escalafón es: 1. Extra-líder, 2. Líder, 3. Alto, 4. Medio Alto, 5. medio bajo, 6. Bajo, 7. Coleros y 8. Coleros rezagados.
[2] La puntuación se da de 0.00 a 10.00