Capitalizar políticamente la tragedia

Kevin Castañeda Vargas – Profesional en Ciencia Política.
Cuando se expresan reparos o sugerencias a una política pública de seguridad, especialmente si esta tiene una lectura ideológica de la violencia en los territorios y no ofrece buenos resultados en 4 años de implementación (Como la de Iván Duque), asistimos a un ejercicio de seguimiento ciudadano. Pero, si todavía no existe un documento de planeación y los ataques contra la Fuerza Pública (Como el reciente asesinato de 7 policías) son forzosamente hilados con cambios en la cúpula militar o la apertura de diálogos con el Ejército de Liberación Nacional, en aras de lapidar un Gobierno con apenas 30 días de operación, presenciamos entonces un intento de capitalizar el miedo, la rabia y el dolor que produce la tragedia, una recurrente estrategia de atribuir culpas al adversario político. Esa es la diferencia entre una veeduría y un señalamiento con fines electorales.
Teniendo clara dicha distinción, quiero protestar públicamente contra aquellos que, con el propósito de no desaparecer en la “Vox populi” y sostener una deteriorada narrativa, distorsionan burdamente la verdad y utilizan el dolor de los colombianos.
No quiero hacer referencia a la opinión de los internautas, especialmente aquellos que viven en el centro del país. A fin de cuentas muchos son hijos del orden contra insurgente, fervientes defensores de la salida militar al conflicto o simplemente gente con miedo y dolor.
No quiero abordar en detalle la opinión de las zonas periféricas del territorio nacional. Debido a los ínfimos niveles de conectividad en sus hogares (Vaupés 1,4 %, Chocó 4 %, Guainía 5 % y Amazonas 5,2 % etc.) no aparecen mucho en redes sociales y su respaldo a la paz total, siendo zonas históricamente afectadas por la guerra, es irrevocable.
Tampoco quiero hacer referencia a ciudadanos que simpatizan con el nuevo gobierno y atribuyen la autoría del último atentado a la oposición. Los hechos y la evidencia apuntan a un complejo escenario de disidencias, elemento que se obvia porque, aunque con matices y verdugos diferentes, su miedo y dolor son similares al de los otros compatriotas.
En esta columna quiero cuestionar y hacer referencia a agentes del poder político que, quizá conscientes de ello y contrariando el clamor de las mayorías, son incapaces de leer las circunstancias históricas y reinventarse. Lideres que reproducen sin reparo narrativas que no dejan avanzar al país.
¿Sabrán estos personajes que, según datos del Ministerio de Defensa Nacional, en el año 2021 la cifra de policías asesinados se incrementó en un 247%? ¿Por qué atribuir la responsabilidad a un gobierno de 30 días?, ¿por qué tratar de establecer vínculos entre el nuevo presidente con todos los grupos armados ilegales habidos y por haber?
¿Por qué el Diputado del Tolima Milton Restrepo insinuó que las personas que mataron a 7 policías en Neiva son socios del presidente Gustavo Petro y cogobiernan el país? En esencia, la respuesta es demasiado sencilla:
Su forma de hacer política quedó petrificada en el tiempo, su incapacidad de encontrar nuevas formas de conectar con la ciudadanía es evidente. Su comprensión sobre temas de seguridad está limitada por una lectura ideológica. Su sensibilidad humana está en detrimento de sus aspiraciones electorales y su moralidad no le impide tratar de capitalizar políticamente una tragedia de tal magnitud. La misma respuesta aplica para Federico Gutiérrez, Maria Fernanda Cabal y otros tantos que se niegan a aceptar que la mayoría del país cambió de percepción.
A pesar de dichas circunstancias, aún hay tiempo para reinventarse y reconsiderar sus paradigmas, apreciar ángulos diferentes y construir en democracia un mejor país. La voluntad de paz inicia desarmando el corazón y la narrativa, apelando a los hechos y trabajando por el bien común.
El día que dejemos de capitalizar políticamente las tragedias, este país habrá dado un paso muy importante. Deberían ser más responsables con lo que dicen, revisar los hechos y apelar a la objetividad.
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En esta columna quiero cuestionar y hacer referencia a agentes del poder político que, quizá conscientes de ello y contrariando el clamor de las mayorías, son incapaces de leer las circunstancias históricas y reinventarse. Lideres que reproducen sin reparo narrativas que no dejan avanzar al país.
Y no dejemos de lado a los medios de información que equivocadamente aducen problemas entre la población y miembros de la policia como la causa de semejante acto bélico.